Este informe fue realizado con el objetivo de conocer las tendencias en lo que respecta al conocimiento, uso, atracción, percepción, actitudes y motivos de consumo de smartphones.
El mismo posibilita comprender el conocimiento y atracción de los usuarios de telefonía móvil por los smartphones. Permite establecer un marco de información en lo que respecta a los distintos perfiles de consumidores y futuros consumidores de smartphones, sus patrones de adopción y uso de diferentes funcionalidades.
Durante la discusión de la ley de Medios, los pequeños cableoperadores quedaron en el peor de los mundos. Cayeron en la misma bolsa que los grandes operadores del país enfrentados con el gobierno. Pero a diferencia de éstos, cuyos principales potenciales competidores (las empresas de telecomunicaciones) quedaron fuera del servicio de TV, a los cableoperadores les surgió competencia por el lado de las cooperativas, ellas sí autorizadas a dar estos servicios.
Quizás por esto es que ahora decidieron despegarse y formar la CACPY (Cámara Argentina de Cableoperadores Pymes). Según un comunicado emitido, “el objetivo de la Cámara es trabajar y crear un ámbito en donde nuestro sector pueda participar activamente en las discusiones de todos los temas relacionados con las Telecomunicaciones”.
Cuando se discutió la ley de medios, la postura de ATVC (Asociación de Televisión por Cable) se vio muy influida por el gigante Cablevisión, cuyos intereses no están 100% alineados con los de los pequeños operadores del interior. No obstante, la movida de CACPY puede haber llegado un poco tarde. El tiempo dirá.
Hacia fines de los 90 y principios de los 2000, se pensaba que no pasaría mucho tiempo hasta que todos dejáramos las tradicionales líneas telefónicas para reemplazarlas por aplicaciones de VoIP sobre Internet. Y que por supuesto, antes desaparecería el tráfico de larga distancia telefónico ya que el tráfico IP es inmune a la distancia. La cosa, finalmente, no fue tan así. Las líneas tradicionales se están viendo afectadas más por las celulares que por otros servicios. En larga distancia sí hubo un impacto. También es cierto que el precio de este servicio bajó mucho por efecto de la competencia y por el uso de las mismas tecnologías IP para transportar los llamados.
A pesar de todo, el uso de aplicaciones que permiten realizar llamadas sobre una conexión de banda ancha, como es el caso de Messenger o Skype, hace que casi la mitad (48%) de los usuarios de Internet utilicen estos clientes de mensajería para hablar con la voz. Esto surge del informe “Usuario online argentino – 2010”, recientemente finalizado por Carrier y Asociados.
Si bien se trata de un porcentaje elevado, mayormente su uso no es frecuente ya que sólo un 5% de quienes hablan vía PC lo hace diariamente. No obstante, resulta significativo que en el caso de los nativos digitales este valor suba al 11%. Se trata para ellos de una una forma de comunicarse sin incurrir en el uso telefónico, no sólo por motivaciones económicas (hablar gratis) sino porque así no ocupan la línea telefónica del hogar. En línea con esto, se observa que 1 de cada 4 establece comunicaciones locales, siendo esta relación más alta entre los menores de 25 años. Así, la VoIP compite más por el lado de la comodidad y practicidad que específicamente por el costo.
Si bien la gran mayoría de quienes usan VoIP sólo establecen llamadas entre dos PC, un 8% utilizan VoIP para realizar comunicaciones a teléfonos tradicionales, compitiendo en este caso claramente con la telefonía tradicional. Este porcentaje se triplica entre quienes se conectan desde sus lugares de trabajo.
En cuanto a la aplicación utilizada para realizar estas comunicaciones, la situación está dividida prácticamente entre 2 plataformas: Messenger (58% de los usuarios) y Skype (40%). El uso del primero crece en la medida en que desciende el NSE y es más popular entre los más jóvenes, inversamente a lo que ocurre con Skype.
La ubicuidad de la banda ancha dentro de los hogares argentinos conectados a Internet está cambiando de raíz la forma en que los usuarios acceden a los contenidos audiovisuales, impactando, directa e indirectamente, sobre los medios tradicionales. El caso del video es por demás elocuente. La mitad de los usuarios (51%) ven videos en forma online en sus computadoras (streaming), porcentaje que crece a medida que desciende la edad. Tal es así que tanto entre nativos como adaptados, la relación de quienes miran videos online es de 3 de cada 4. Estos datos surgen del informe “Usuario online argentino – 2010”, recientemente finalizado por Carrier y Asociados.
Tanta difusión del consumo online de video no podía dejar de tener un impacto en la TV tradicional. De hecho, 1 de cada 4 quisiera poder ver estos mismos contenidos desde el receptor de TV. La relación entre TV e Internet se da también en el sentido inverso, ya que 1 de cada 5 mira contenidos creados para televisión desde la red, siendo más alta entre los adolescentes, quienes encuentran en la red una forma de consumir TV mucho más acorde a lo que están acostumbrados. La posibilidad de consumir a demanda es la principal motivación para dirigirse a Internet para acceder a contenidos televisivos.
Más allá del streaming, casi 1 de cada 5 de los usuarios descarga videos de la red. Nuevamente, la posibilidad de consumir a demanda surge como la primera motivación para hacerlo, seguido por la gratuidad y el acceso a estrenos. Este último punto cuestiona el modelo de “ventanas” aplicado hasta el momento por la industria del cine y de algunas producciones televisivas.
Acceso a demanda y amplitud de contenidos son en definitiva los grandes ejes que impulsan el consumo de video a través de Internet, tanto vía streaming como descargas. Por ahora, los operadores tradicionales de TV paga sólo pueden ofrecer un set acotado de contenidos y pocos de éstos bajo demanda. Así, nada hace pensar que la relevancia de la red para acceder a éstos vaya a disminuir. Algo que parece haber entendido claramente Google con el anuncio de su servicio Google TV.
En los desarrollos que involucran a la TV conectada a Internet, suele hacerse hincapié en la interactividad con el contenido, el acceso a información adicional y, quizás en menor medida, la posibilidad de interacción con otros televidentes. El hecho de que no exista aún comercialmente una plataforma de TV tan abarcadora no impide que los usuarios ya se adelanten a estos usos, si bien por el momento se trata de un grupo reducido pero que marca tendencia. Para ello, en vez de acceder a un dispositivo con todos estos servicios integrados, lo que se hace es tener a mano una PC o un celular que provee la conexión que la TV aún no da.
Esto pudo comprobarse claramente durante el mundial de fútbol, tanto en los partidos de Argentina como en los demás (sobre todo, aquellos relevantes). Es que en esos momentos, la actividad en Twitter, Facebook, Messenger y hasta SMS estaba a la orden del día.
La conjunción de plataformas de comunicación entre pares con un evento tan masivo y de transmisión en vivo (lo que convoca a todos simultáneamente) sirve entonces para demostrar que el agregado de estas funcionalidades a la TV del futuro sería sin dudas una característica atractiva.
En el caso particular del fútbol, sus implicancias no son menores. Por un lado, aunque seamos el único espectador frente a la TV, ya no estamos solos. La interacción con otros usuarios, conocidos o no, permite compartir impresiones, chistes, críticas y hasta insultos. Y todo desde la soledad y comodidad del sofá. Por otra parte, es destacable que muchas personas que no son particularmente futboleras se “engancharon” con los partidos gracias al enriquecimiento aportado por las redes sociales y diversos servicios de mensajería. Ya no es sólo ver 22 jugadores disputando el balón, es un evento social. Esto ayudará a que un espectáculo que de por sí es el más masivo a nivel mundial tenga aún más seguidores.
Se sabe que cada Mundial de fútbol marca de alguna manera un hito en los desarrollos de la TV. Viendo lo que sucedió este año, quizás para Brasil 2014 sea más relevante contar con una TV conectada a redes sociales y plataformas de mensajería que una con capacidad 3D, cuyos beneficios en planos largos como los de un partido de fútbol no son tan relevantes (de hecho, hubo más quejas que halagos por parte de quienes pudieron probarlo durante las transmisiones de Sudáfrica 2010). ¿O seguiremos conectados desde dispositivos independientes?
Cuando en el 2004 se acuñó el término “Web 2.0”, parecía un concepto futurista de lejana realización. Sin embargo, la colaboración e intercambio ágil de información a través de comunidades de usuarios, redes sociales y otro tipo de plataformas es hoy más profundo de lo que parece a priori.
Mucho ayuda en esto el “efecto Facebook” que incentiva a sus miembros a publicar. La cantidad de usuarios de Internet en Argentina que sube algún tipo de contenidos, sea texto, imágenes o videos pasó de un 38 a un 47% en el último año. Rasgo característico de los nuevos usos de Internet, la subida de contenidos aumenta en la medida en que desciende la edad del usuario. Estos datos surgen del informe “Usuario online argentino – 2010”, recientemente finalizado por Carrier y Asociados.
La popularización de celulares y cámaras digitales propicia la generación de contenidos que los usuarios quieren publicar y compartir. La gran mayoría sube fotos (88%), mientras que el video pasó de un 2 a un 10% en el último año. La publicación de texto (18%) gana participación en la medida que asciende el NSE.
Por otra parte, un 14% de los usuarios participa comentando/posteando tanto en sitios de noticias como en diarios, blogs o foros. En este aspecto, los más activos son los inmigrantes adaptados, ya que el 29% de éstos lo hace, seguidos por los nativos (18%). [Si duda respecto de los conceptos de inmigrantes, nativos y otros, pinche aquí]
Si bien desde hace varios años la industria móvil viene amagando con los servicios de TV en el celular, la cosa no termina de despegar. Recientemente hubo un pequeño impulso a nivel local gracias al mundial de fútbol, pero claramente se trata de un contenido no habitual cuya recurrencia cada 4 años no le permite ser el killer content.
Por lo pronto, resulta significativo que el CEO de Qualcomm haya manifestado que los números de MediaFLO (su unidad de TV móvil) han sido decepcionantes. Incluso, sus resultados hacen que se evalúe su reposicionamiento como un servicio de banda ancha para dispositivos móviles que incluya video sin que éste sea su único contenido.
Hay que diferenciar claramente entre la TV móvil y el video móvil. La primera es lineal y “en vivo”, o sea que lo que se ve es lo que en ese momento se está transmitiendo. El segundo, en cambio, es bajo demanda. Así, la TV móvil no se adecua demasiado al uso en movimiento ya que es el usuario quien debe adaptarse para ver lo que pasan y no al revés, como sucede con el video móvil. La TV móvil es una buena opción para ver algo que está aconteciendo en el mismo momento, como puede ser el caso de un partido de fútbol (sea el Mundial o una liga local). Pero una serie, un programa de entretenimientos, un documental o la repetición de los goles del Mundial, es mejor verlos en el momento que más se acomode al usuario.
Esta situación será más evidente en la medida en que cada vez más los contenidos de TV sean consumidos bajo demanda, sea a través de servicios de estas características en sistemas de TV paga o, por qué no, en sitios como YouTube, como sucede con los sketches de Peter Capussotto, por ejemplo, que se ven más por Internet que en sus emisiones vía Canal 7 o Much Music.
De esta forma se puede entender porqué los resultados de MediaFLO son decepcionantes para sus impulsores. Para agravar las cosas, el Mundial de fútbol no es el contenido más popular para el mercado estadounidense donde está funcionando esta tecnología. Y el Super Bowl es sólo un partido.
Cuando comenzó el desarrollo de la Web, en la primera mitad de los 90, comenzó a vislumbrarse que, entre otros, los diarios se verían fuertemente afectados por el nuevo escenario. En su momento, quien mejor explicó esta situación fue Nicholas Negroponte, analizando las diferencias entre el mundo de los átomos el de los bits en su libro Ser Digital.
En la medida en que más personas se sumaron al uso de Internet, el consumo de noticias en forma online fue cobrando relevancia. En Argentina, el 61% de los usuarios de la red la utilizan para informarse, y un 16% (casi 3 millones de personas) consumen noticias online diariamente. Este porcentaje prácticamente se duplica en el caso del segmento ABC1, donde llega al 31%. Estos datos surgen del informe “Usuario online argentino – 2010”, recientemente finalizado por Carrier y Asociados.
Los sitios visitados siguen siendo predominantemente aquellos que forman parte de diarios en papel, encabezados por Clarín, La Nación, Olé y los diarios locales (ej: La Voz, La Capital, etc.), lo que demuestra que más allá del soporte, el peso de la marca y la confianza en los medios tradicionales siguen siendo claves. No obstante, en el 5° lugar, y al frente de los medios puramente online, se ubica el cada vez más omnipresente Facebook. Se trata sin dudas de un llamado de atención para los medios tradicionales que podrían ser las próximas víctimas de la superpopular red social que últimamente se está llevando a todos por delante.
En cuanto a las motivaciones para consumir noticias en forma online, la comodidad se ubica en primer lugar, seguida por el acceso directo a la noticia y recién en tercer lugar la gratuidad. De estas motivaciones, el acceso directo atenta contra la serendipia tan típica de otros medios. Esto genera un conocimiento más amplio de los temas de interés, aunque reduce la exposición a información de temas más variados y/o generales. Por otra parte, que la gratuidad de las noticias online esté en 3° lugar puede ser visto como un dato esperanzador para quienes pretenden cobrar por éstas. No obstante, puede tratarse también de un factor que ya es dado por descontado y por lo tanto se menciona menos.
La relevancia de los medios online se ve también en que en líneas generales hay una notable paridad en las preferencias del papel versus Internet. No obstante, cuando se lo abre por edades, la inclinación por el papel crece con la edad, lo inverso de lo que sucede con Internet. Un dato más que marca hacia donde están evolucionando las audiencias.
Con la aparición de cada nuevo medio, existe una tendencia a decretar la muerte del anterior. En realidad no es tan así porque finalmente los distintos medios terminan complementándose, aunque sí es justo reconocer que el medio que reinaba hasta el momento cede su lugar de privilegio. Actualmente, a pesar del fortísimo crecimiento (tanto en adopción como en uso) de Internet, la TV sigue siendo el medio privilegiado para informarse por el 49% de los usuarios de Internet. La sigue la propia red, delante de diarios/revistas y radio. Estos datos surgen del informe “Usuario online argentino – 2010”, recientemente finalizado por Carrier y Asociados.
No obstante, Internet empata a la TV el primer lugar en los segmentos altos, descendiendo en la preferencia a medida que lo hace el NSE. En otras palabras, los segmentos típicamente de mayor capacidad de consumo han comenzado su migración.
Pero esto no es todo. El devenir de los medios puede ser anticipado cuando se analiza la variable etaria. Tanto el consumo de diarios y revistas en papel como de radio crece con la edad, estableciéndose como las principales fuentes de información para los mayores de 60 años. Esto marca de algún modo el envejecimiento de su público. Por otra parte, los menores de 18 años se informan por Internet más que por cualquier otro medio. Aquí, además de un tema generacional, influye el hecho de que ésta, con sus contenidos tan amplios como segmentados, ofrece una alternativa más acorde a su edad que aquellos de la TV, todavía enfocada a lo masivo. Además, hay que agregar que el consumo por Internet no es lineal como la TV sino bajo demanda, reflejando mejor las tendencias en el consumo de contenidos en general. Por su parte, la TV no muestra variaciones significativas a través del corte etario.
Resumiendo, en lo inmediato el desplazamiento de la TV por Internet responde a la variable socioeconómica, pero en el mediano plazo tendrá más que ver con la generacional. Y cuando esto suceda, estaremos ante una nueva configuración de las audiencias.
Esto es una muestra más de que la Ley de Medios, aún no vigente por trabas judiciales, nació vieja, ya que no contempla a Internet ni en su distribución ni en sus contenidos. Pero bueno, los legisladores aún no son nativos digitales sino que siguen siendo inmigrantes, de los que tienen un fuerte acento (para entender mejor, pinche aquí).
Que un mundial de fútbol se realice cada 4 años sirve como hito en la industria tecnológica, donde este tiempo equivale a toda una generación. Y en este caso, se pueden observar los avances que en tan poco tiempo tuvieron dos áreas como lo son la transmisión de video y las redes sociales.
Hace poco, YouTube cumplió 5 años de vida (arrancó en febrero de 2005), pero no fue sino hasta noviembre de 2006 (después del mundial de Alemania) que la compró Google y comenzó su meteórica expansión. Aunque sigue reinando, YouTube ya no está solo en el mundo del streaming por Internet. Hoy, las transmisiones online (sobre todo las legales) mejoraron considerablemente, una bendición para quienes están lejos de una TV. En Europa, donde la venta de los derechos para la televisación no es cosa nueva, muchas cadenas difunden los encuentros por Internet para llegar al público que no tiene una TV a mano (especialmente en ambientes de trabajo, ejem…). Lamentablemente, a Argentina esto todavía no llegó, a pesar de que un 51% de los usuarios ve videos por Internet. Se trata de más de 9 millones de personas…
A falta de video, buenas son las redes sociales. Y aquí Twitter, a pesar de su novedad aunque potenciada por la difusión que recibe en los medios, se convierte en un lugar ideal para seguir un partido, siempre que se followee a las personas indicadas. Es que además de convertirse en una radio de texto con pequeñas ráfagas que destacan jugadas y acontecimientos de los partidos, tiene el valioso agregado de las ocurrencias de sus participantes. No es como verlo por TV, pero en muchos casos puede ser bastante más divertido (aunque no faltan los tweets políticamente incorrectos).
Por supuesto, que esta locura de hinchas conectados también tiene sus aspectos negativos. En el caso del video legal, rigen las limitaciones de la cobertura geográfica de los derechos. Así, difícilmente se pueda ver desde aquí una transmisión legal hecha en Francia, por ejemplo. Aunque no se trata sólo de un tema de derechos sino también económico. No hay interés para una cadena francesa en asignar recursos de ancho de banda para que su transmisión sea vista por un argentino que no le aporta nada a sus anunciantes. Breve: un costo que no genera ingresos.
Por otro lado, el aluvión mundialista que recibe Twitter no es inocuo. Ya en los días previos al inicio de la competencia se repetían las interrupciones del servicio, con su famosa (y odiada) ballenita apareciendo en las pantallas de los usuarios. Y si bien desde Twitter afirman haber duplicado su capacidad de cara al mundial, también previnieron respecto de posibles saturaciones del servicio. Cosa que efectivamente viene pasando.
En cuanto a las promesas no cumplidas, 4 años atrás había muchas expectativas respecto de la TV desde el celular. Expectativas que nunca se cumplieron. En Argentina, TDT mediante, lo poco que hay viene de la mano de celulares con sintetizador de TV digital, pero es algo que lo emparenta más con una TV portátil (la señal no viene por la red celular), concepto que ya existe desde hace décadas. Y esto desde del punto de vista tecnológico no es para nada novedoso, salvo que ahora, eso sí, se ve mejor.
En cuanto al mundial Brasil 2014, y en base a la experiencia actual, quizás la estrella sea un servicio o tecnología que aún no existe o que recién está dando sus primeros pasos. En 4 años más lo sabremos.
Estudio de mercado entre usuarios de Internet para determinar la evolución del perfil y hábitos del usuario argentino online. El mismo fue hecho en base al relevamiento de 685 hogares a nivel nacional. Algunos de los temas cubiertos son:
- Características de los usuarios de Internet
- Dispositivos de acceso actuales y futuros (celulares, consolas, TV)
- Uso de las distintas herramientas de comunicación
- Uso de redes sociales
- Consumo de noticias
- Descarga y reproducción de contenidos audiovisuales
- Generación de contenidos
- Valoración de las tres pantallas (PC, celular, TV)
- Atributos valorados del consumo de contenidos por Internet
La metodología utilizada fue la de entrevistas telefónicas, atendiendo a una estratificación previa de la muestra por nivel socio económico (NSE) y áreas geográficas (AMBA e Interior).
Quienes ven con recelo el creciente poder y alcance de Google no parecen ser paranoicos. La empresa reina en Internet con su buscador y sus distintos servicios (gmail, maps, docs y tantos otros). También comienza a cobrar relevancia en el mundo móvil no sólo por sus mismos servicios adaptados a la pequeña pantalla sino que además incurre en el terreno de los sistemas operativos, donde está captando el interés de diversos fabricantes. Pero en Google saben que el mundo tiene tres pantallas, y van por la última que les falta conquistar: la TV.
El anuncio de Google TV realizado la semana pasada podría ser un indicio de cómo evolucionará el consumo de contenido audiovisual en los próximos años. Básicamente, Google apunta a ampliar el menú de contenidos en video extendiéndolo a todo lo disponible en Internet al tiempo que, basándose en su modelo de buscador, apunta a simplificar el proceso de encontrarlos. Y todo esto desde la comodidad y mejor experiencia de una TV en vez de una PC. Un buen resumen puede verse en este video.
Para apuntalar el éxito de Google TV, la empresa realizó el anuncio con socios de peso. Sony adelantó que incluirá esta plataforma (basada en Android) en sus próximos modelos de TV y de reproductores Blu-ray. Logitech ofrecerá set top boxes para las TV que no tengan esta capacidad. Intel proveerá procesadores Atom para todos los dispositivos que corran Google TV. Y finalmente, Best Buy, el mayor minorista de electrónicos de los EE.UU., se comprometió a distribuir los equipos necesarios para acceder al servicio.
Se podrá argumentar que no se trata del único modelo que combina TV e Internet. Ya algunos televisores, reproductores de Blu-ray y hasta consolas de video juegos permiten acceder a contenidos en video en Internet. Pero lo que hay actualmente suele tomar a la red como una plataforma de distribución y no de contenidos, siendo estos últimos acotados a ofertas específicas, como Netflix. El modelo de Google, en cambio, intenta tomar a Internet no sólo como red de distribución sino como plataforma de contenidos, permitiendo al usuario ver cualquier sitio Web desde su TV.
Resta saber aún si la propuesta resultará finalmente exitosa. Es probable que esto ocurra ya que cumple con varios de los requisitos de lo que se espera del consumo de contenidos audiovisuales luego del impacto de Internet en los mismos durante los últimos años. Uno es la amplia disponibilidad de contenidos mucho mayor de la que ofrece cualquier sistema de TV (paga o gratuita). El otro, la posibilidad de consumir bajo demanda, sin tener que adaptar tiempos y contenidos a los designios de un gerente de programación.
Por supuesto, el modelo de Google TV tiene un alto impacto en la industria de TV, especialmente los modelos pagos como el cable o satélite. Esto se debe a que desintermedia la distribución de contenidos, los cuales son accesibles directamente desde Internet. Así, el atractivo de pagar por contenidos elegidos por los operadores de TV tenderá a disminuir, por lo que la capacidad de ofrecer conectividad de gran ancho de banda será cada vez más relevante para éstos.
Por otra parte, si bien este modelo reduce el papel de las redes de banda ancha a ser un mero transporte (las tan temidas dumb pipes), abre la posibilidad de mejorar los ingresos a través de productos que aseguren anchos de banda mínimo, llevando al mercado masivo el concepto de CIR, que garanticen un piso en la capacidad de transmisión de datos.
Visto desde una perspectiva más local, el anuncio no hace más que confirmar lo que desde este medio se criticó de la recientemente sancionada Ley de Medios Audiovisuales. Que las redes serán cada vez más independientes de los contenidos, por lo que merecen regulaciones distintas, y que se obvió el impacto de Internet, con una concepción de los medios propia del siglo XX y no del XXI. Quizás esto no sea evidente en el corto plazo, pero operadores, proveedores de contenidos y legisladores no pueden dejar de considerar este escenario que tiene altísimas chances de convertirse en una realidad en el futuro. Conviene recordar que los tiempos de Internet son muy veloces. YouTube no existía tan sólo 5 años atrás…
Desde que la gente empezó a dedicarle tiempo a la pantalla de su celular (con los SMS primero y los datos después), la forma de hacer (y vender) publicidad a través de éstos ha desvelado a más de uno. Hasta ahora, las experiencias fueron principalmente una extensión de lo que pasa en el mundo PC: banners y búsquedas (estas últimas sí potenciadas con el atractivo de la movilidad).
En este aspecto, Apple busca posicionar el concepto de publicidad dentro de las aplicaciones del celular como una categoría nueva y diferente, basándose en la plataforma iAd, presentada la semana pasada. La misma fue concebida para correr directamente desde aplicaciones del iPhone, iPod Touch y la nueva iPad, soportando video de pantalla completa y formatos interactivos. Así, se convierte en un importante desafío para los publicistas y marketineros, y ciertamente es una propuesta atractiva para anunciantes. Para entender mejor su funcionamiento, vale la pena ver el video con la demo realizada por Jobs.
Si bien se puede considerar que Apple está testeando las aguas de la publicidad (quizás como parte de su nueva rivalidad con Google), lo cierto es que el lanzamiento de la plataforma iAd es una forma de sustentar su ecosistema de aplicaciones. Si bien su tienda de aplicaciones Appstore es exitosa, también es una realidad que la proporción de aplicaciones gratuitas es creciente. Y si los desarrolladores de éstas no pueden generar los ingresos necesarios, se verán menos interesados en la plataforma. Así, la publicidad cobra un rol estratégico, por lo que Apple anunció que los desarrolladores recibirán un 60% de los ingresos generados por la publicidad accedida desde sus aplicaciones.
Si bien el concepto presentado es más que interesante, tanto desde lo tecnológico como desde lo estratégico, tampoco hay que pensar que se trata de soplar y hacer botellas (como reza el dicho). Por un lado, llevar video a los celulares es costoso para los operadores, y Apple no se ha caracterizado por su frugalidad a la hora de consumir datos desde el móvil. Impulsar el consumo de video puede traer consecuencias inesperadas, tanto para operadores como para usuarios.
Por otra parte, Apple competirá en este terreno con un Google que tiene más experiencia en materia publicitaria, inclusive en móviles. Además, el ingreso de Apple al negocio de la publicidad móvil (que arrancó con la compra de Quattro Wireless en el mes de enero) podría ablandar la postura de la FTC (regulador antimonopolios de los EE.UU.), quien hasta ahora se mostró reacio a aprobar la adquisición de AdMob, otra plataforma de publicidad móvil adquirida por Google. Además, habrá que ver cuál será la reacción de otras plataformas de aplicaciones (Windows Phone, Blackberry, Symbian) así como de operadores que buscan su propia estrategia de publicidad, al grito de “no nos dejen afuera”…
Todo parece indicar que el proceso de balcanización de plataformas (Apple, Android, Blackberry, Windows Phone, Symbian, Java, etc.) se extenderá más allá de las aplicaciones para llegar también a la publicidad. Esto hará que los anunciantes comiencen también a focalizar sus esfuerzos en un número acotado de plataformas, tal como ya lo hacen los desarrolladores. Así, las economías de red tendrán la última palabra en la determinación de ganadores y perdedores.
Luego de mucha expectativa, sobre todo mediática, finalmente llegó a los comercios el nuevo dispositivo de Apple que no encaja con exactitud en ninguna de las categorías más difundidas de los dispositivos TIC (notebook, netbook, smartphone).
Lo más llamativo de todo el proceso fue la manija dada por los medios. Quizás atraídos por historias épicas, el periodismo se esmeró en presentar al iPad como un nuevo iPhone en términos de impacto en el mercado y en la sociedad. Por supuesto, no faltó el intento de regenerar el atractivo de mostrar a los fanáticos haciendo cola y acampando antes de que abrieran los comercios que vendían el dispositivo, tal como sucedió en su momento con el iPhone. Claro que esta vez había menos gente, por lo que los planos eran más cortos.
Esta expectativa mediática no se dio únicamente en los EE.UU. (donde Apple tiene una presencia relevante). También se tuvo lugar en Argentina, donde el culto a Apple es de práctica cuasi clandestina. La cosa es que el lanzamiento del iPad ocupó espacio relevante en diarios de circulación nacional así como en noticieros televisivos locales. En exceso quizás habida cuenta de los intereses del público argentino.
Lo cierto es que en EE.UU. todo estuvo más tranquilo de lo anticipado. Inclusive las 300 mil unidades vendidas inicialmente decepcionaron a muchos o al menos no estuvieron a la altura de las expectativas generadas.
Más allá de si el iPad se convierte en un éxito de taquilla o no, lo que sí podría suceder es que el concepto de las tablets finalmente termine con el modelo de one size fits all (o talle único) de las computadoras personales. En el futuro las aguas podrían quedar divididas entre equipos cuya función principal sea el consumo de contenidos y la comunicación casual y limitada (tablets) y otros que apunten más a la generación de contenidos (notebooks/netbooks), como escribir, calcular, diseñar, etc. Aquí está quizás la gran diferencia entre el iPad y las tablets lanzadas hasta el momento. Mientras que el iPad se posiciona claramente como una ventana a los contenidos, las tablets fueron presentadas originalmente como un formato distinto de algo conocido: las computadoras portátiles.
Con roles más definidos, probablemente las tablets impacten en las ventas de notebooks y netbooks, aunque esto no debería ser una preocupación para los fabricantes de éstas que serán los mismos que los de las tablets. Y en su conjunto, tablets, notebooks y netbooks formarán un mercado mayor al que actualmente componen estas dos últimas categorías. Así, los consumidores tendrán equipos más ajustados a sus necesidades y los fabricantes tendrán mercados mayores. Todos felices.
En los últimos tiempos el gobierno nacional se muestra muy activo en los temas de TV Digital Terrestre (TDT). A pocos días del comienzo de las primeras transmisiones públicas en abril próximo, el Poder Ejecutivo, a través del decreto 364/2010 declaró de interés público a la Plataforma Nacional de Televisión Digital Terrestre.
Mientras el Estado aparece muy activo en el tema TDT, el sector privado ajeno a la provisión de infraestructura (antenas, decodificadores y demás equipamiento) no hace siquiera mención al tema. Este silencio evidencia las dudas que hay respecto del modelo adoptado. En el caso argentino, la aplicación de la digitalización a las señales de TV abierta implica que con el mismo espectro se puede albergar aproximadamente el cuádruple de señales. De hecho, eso es lo que está haciendo el Estado, que a Canal 7 planea sumarle el canal Encuentro, una señal de cine argentino y latinoamericano y otra para niños. No obstante, nada de lo que planean hacer los canales del AMBA (Área Metropolitana de Buenos Aires) 13, Telefé y 9 se ha hecho público, al menos por ahora.
Lo cierto es que esta posibilidad de cuadruplicar la oferta de canales abiertos y gratuitos no es tentadora para la actividad privada. El modelo se financia con publicidad, y los presupuestos publicitarios no se multiplican por cuatro por el simple hecho de que aumente la oferta de canales. Entonces, se preguntarán algunos, por qué no emiten las señales que ya existen en el cable. Justamente porque los cables pagan por tenerlas, con lo que no sería razonable entregar gratis por TDT lo que se cobra por cable. Con este panorama, uno de los riesgos que se corre es que esas vacantes sean llenadas con señales de bajo costo y probablemente de baja calidad también.
El problema de base para el modelo de TDT pretendido, es que Argentina tiene una altísima penetración de TV paga, a diferencia de lo que sucedió en la mayoría de los países donde se implementó TDT. Así, buscar crear un competidor de costo cero para el usuario puede sonar atractivo para éste, pero no lo es para el productor de los contenidos. Y sin contenidos atractivos, no hay sistema de TV que aguante, por más sofisticado que sea desde el punto de vista tecnológico.
Es razonable preguntarse entonces por qué se avanza con un sistema que, de entrada, muestra fisuras. Es evidente que desde el gobierno se apunta contra el Grupo Clarín y otros medios no afines, como surge de la implantación de la primera antena de transmisión de TDT, la cual estará cubriendo principalmente la ciudad de Buenos Aires y los distritos del conurbano cercanos, una de las área del país con más alta densidad de abonados a TV paga.
Todo esto permite presagiar que el modelo de TDT sufrirá un profundo replanteo cuando la actual gestión finalice, sea en 2011, 2015 o 2020 (ups, perdón, 2019).
Luego del revés que sufrió en la justicia al intentar frenar los aumentos en el abono del cable, el Secretario de Comercio Interior no se dio por vencido. En un nuevo embate, a través de la resolución 50/2010 dispuso que las empresas de TV paga se sometan a una fórmula para determinar el valor del abono.
Más allá de lo discutible que resulta que sea el Estado quien determine la forma de calcular el valor del abono de un servicio que no es público, indirectamente plantea una cuestión más de fondo. En los considerandos de la resolución, se afirma que “la existencia de fuertes economías de escala en la actividad facilita la conformación de posiciones dominantes a través de la concentración de la oferta”. Si el problema es que hay pocos oferentes, entonces una solución es que haya más. Sin embargo, durante el tratamiento de la Ley de Medios se dejó afuera a todas las empresas de telecomunicaciones que no fueran cooperativas, las cuales, por contar actualmente con la red, podrían haber comenzado a dar el servicio en un plazo razonable.
Esta norma, como tantas otras, deja en claro que desde el gobierno se confía más en la discrecionalidad del Estado para contener los precios artificialmente que en el desarrollo de un sistema en competencia que contenga los precios de manera natural. El problema es que las soluciones artificiales suelen no sostenerse en el tiempo.
Sabido es que últimamente los Blackberry están dejando su lugar dominante como dispositivo corporativo para ser cada vez más uno de consumidor final. Esto sucedió mayormente por el producto en sí más que por los esfuerzos específicos de RIM por llegar a este segmento. Sin embargo, las cosas parecen estar cambiando.
Recientemente, Claro y Blackberry en Brasil lanzaron una convocatoria para un reality show en el que los participantes deberán utilizar todas las capacidades del equipo y la conexión de datos vía redes sociales, terminando con la organización de una fiesta para dar por concluido el confinamiento.
Por las características del mercado, el momentum de las redes sociales y la maquinaria de marketing de Claro y RIM, sin dudas se tratará de una experiencia cuyos resultados serán seguidos de cerca por varios en la industria.
El caso de Facebook es el típico de los grandes éxitos de Internet. Un sitio que crece gracias a la viralidad (como lo fue en su momento Google) y a los efectos de red tan característicos de este negocio. Pero su impacto está trascendiendo del mero fin social, compartiendo mensajes, fotos y otras yerbas para convertirse en una importante fuente de referenciación de noticias.
Según Hitwise, Facebook se ubicó en el 4° lugar entre los sitios que referencian a otros de medios y noticias, detrás de Google, Yahoo y MSN, pero por delante de otros como Google News. En esto influye, aunque en proporciones desconocidas, diversos factores: los links que publican los usuarios, los “canales” puestos en Facebook por los mismos medios, las facilidades de los sitios de noticias para que sus lectores compartan las mismas con sus contactos.
Este fenómeno marca dos tendencias. Desde el punto de vista del negocio de los grandes titanes de Internet, parece comenzar a darse una competencia entre Google y Facebook para ver quién concentra más actividades para sus usuarios, convirtiéndose en portales de facto hacia contenidos y servicios. Desde la perspectiva de los medios, podríamos estar ante un fenómeno de cambio de modelo profundo, dejando de lado la jerarquización de la información que realizan medios y editores para ir a un modelo distribuido, no necesariamente caótico pero sin dudas fragmentado. En este caso, existe el riesgo de llegar a una cultura de noticias endogámica, donde sólo me informo a través de mi red social, generando una visión tan fragmentada de la realidad que dejaría de ser tal. El relativismo llega a todos lados.
En el negocio de las aplicaciones para celulares las aguas están divididas entre apostar a los app stores (o tiendas de aplicaciones) del fabricante del hardware y quienes prefieren mantener su independencia de éste. Los que están a favor destacan la generación de demanda de éstas, mientras que quienes están en contra aducen la falta de libertad para desarrollar las aplicaciones que crean más convenientes y atractivas.
Esta semana Apple le dio la razón a estos últimos, ya que informó a través del sitio para desarrolladores del iPhone que permitirá que terceros ofrezcan aplicaciones que brinden información en función de la ubicación, tales como clima, comercios cercanos, cajeros automáticos y otros. Pero advirtió que no aceptará aplicaciones que permitan a anunciantes ofrecer publicidades basadas en la ubicación.
La decisión parecería sugerir que Apple quiere poner un límite a Google en el terreno de la publicidad móvil. Vale recordar que recientemente la primera compró Quattro Wireless, una empresa que dispone de distintas alternativas para publicidad móvil. Y al parecer, Apple estaría por ingresar a este territorio para competir directamente con Google.
Si bien esto no es llamativo ya que entra dentro de la lógica de los negocios, la decisión de Apple implica un replanteo de las bondades de los appstores: quedar en manos del dueño de la tienda.
La diferencia entre una herramienta de uso específico y un cortaplumas suizo digital se manifestó nuevamente esta semana, con el lanzamiento del iPad, la última creación de Apple. Esto es así ya que muchos creen ver en el iPad a un e-reader o libro electrónico (o e-reader) como el Kindle de Amazon. Pero esta es una visión acotada. El nuevo dispositivo es una herramienta para el consumo de contenidos, que rescata algunos conceptos originales de las netbooks, aunque con distinto factor de forma e interfaz.
A primera vista, el iPad parece una versión agrandada del iPhone o iPod Touch, según la configuración. Su pantalla color de LCD y su capacidad de procesamiento y conectividad convierten al iPad en una herramienta que, si bien puede reproducir libros electrónicos, va mucho más allá, con capacidades para imágenes, audio y video, así como acceso a la Web. Así, mientras un libro electrónico está orientado al consumo de texto, el iPad es más multimedial, con sus pros y contras. Desplegar contenido gráfico requiere de una pantalla de LED, que consume mucha energía, con lo que sus baterías duran, dicen, 10 horas, un valor en línea con algunos modelos de netbooks. No obstante, está lejos de la semana de duración que ostentan e-readers como el Kindle, que utilizan tecnología de “papel electrónico”. Al no tener estas últimas retroalimentación, no sólo consumen considerablemente menos energía, sino que son mejores para leer (nuevamente, texto, no imágenes).
El iPad tiene poco almacenamiento en términos informáticos, con capacidades que llegan hasta los 60 Gb (resultantes del uso de memorias y no de discos para el almacenamiento) y sin opciones de expansión vía tarjetas de memoria. Por lo tanto, los contenidos deben consumirse desde la red. Igual que el concepto original de las netbooks. No obstante, estas últimas abandonaron por sí solas su modelo original, y rápidamente mutaron a notebooks más pequeñas, livianas y de mayor duración de baterías, pero conceptualmente muy parecidas a sus hermanas mayores.
Pisando un poco el terreno de los e-readers y otro poco en el de las netbooks, el iPad podría ser el gran impulsor de la categoría que se sitúa entre smartphones y notebooks, que en su momento Intel bautizara como MID (Mobile Internet Device, o dispositivo móvil de Internet). Con su experiencia en los dos extremos (notebooks y smartphones) y lo aceitado de su mecanismo de distribución de contenidos (iTunes y Appstore), Apple tiene chances de lograr que de una vez por todas que este interregno dé lugar a una categoría pujante.
Siendo que se trata de un equipo orientado más al consumo de contenidos que a su generación, hay sin dudas expectativas por parte de los proveedores de éstos en cuanto al potencial de esta nueva categoría. El iPad extiende el modelo del Kindle. Si bien ambos son claves para que los proveedores de contenidos puedan cobrarlos a sus usuarios, el Kindle se limita a texto como libros, diarios y revistas (con ilustraciones básicas), mientras que el iPad lo extiende a música, videos, aplicaciones. Por otra parte, por sus capacidades gráficas, permite que diarios y revistas puedan simultáneamente desplegar publicidad, generando otra línea de ingresos. Por supuesto, nada es gratis, y como contrapartida a esta mayor eficiencia en la distribución, los productores de contenidos corren el riesgo de quedar sometidos al poder de Apple, como ya le pasó a la industria discográfica.
Con precios que van desde los US$ 500 hasta más de US$ 800, no hay que esperar que esta primera generación sea tremendamente popular, pero podría marcar el despegue definitivo de una categoría de dispositivos de red que hasta el momento sólo registró fracasos. Si hay algo que caracterizó a Apple fue su capacidad para tomar conceptos existentes, pulirlos y convertirlos en éxitos. Así lo hizo con las interfaces gráficas en las computadoras (Mac), los reproductores de audio (iPod) y los smartphones (iPhone). Los próximos meses dirán si el iPad se suma a la lista o si, como otros intentos (Newton, Apple TV) sólo se trata de un equipo que atrae a techies y prensa pero no al consumidor que es quien vota con su bolsillo.
Un comentario final al margen. La elección del nombre trajo cierta controversia, ya que en inglés, un pad es una toalla femenina, por lo que ya acusaron a la empresa de machista, por no considerar la asociación que se da entre mujeres, muy distinta a la de los hombres. De hecho, no faltó quien observara que no hay ninguna mujer entre los ejecutivos top de Apple. ¿Será Jobs una suerte de Pergolini?
En agosto último, la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) dio por terminada su relación con TSC para la explotación de los derechos de televisación de los partidos y anunció la cesión de estos derechos al gobierno nacional. En aquél entonces se prometieron dos cosas: que el fútbol sería visto gratuitamente por la población y que habría una rentabilidad por sobre los $ 600 millones que recibiría la AFA, la cual se utilizaría para financiar actividades olímpicas.
A 6 meses de ese momento, el balance no es del todo positivo. Es cierto que el fútbol sí fue gratuito para todos, pero los números del negocio están lejos de ser lo que prometían (a tal punto que hubo que inventar un impuesto a los celulares para financiar el deporte olímpico). Así, el Estado terminó subsidiando a clubes (e indirectamente a sus millonarios contratos con figuras y otras no tanto), lo cual es un sinsentido total desde la perspectiva de la redistribución del ingreso.
Ciertamente, esta situación no deja de preocupar en la AFA, donde son concientes de que sus ingresos dependen de la buena relación con el gobierno y de la continuidad de éste más allá del 2011 (año de las próximas elecciones presidenciales). Por eso, quienes viven del fútbol están evaluando modelos alternativos que permitan no sólo que la actividad sea viable a largo plazo sino también que se adapte a los desarrollos tecnológicos, aunque tratando de respetar el espíritu inicial de la movida.
Una de las propuestas que circula tiene mucho que ver con la TDT (Televisión Digital Terrestre) de próximo lanzamiento (en marzo Canal 7 comenzaría con las transmisiones digitales) y podría servir para darle un fuerte impulso a su desarrollo en esta etapa inicial. Básicamente lo que se plantea es que las transmisiones gratuitas sean únicamente por la señal digital, aunque manteniendo la transmisión analógica en las zonas donde la TDT no llegue.
Los operadores de cable o DTH (Direct To Home, léase DirecTV) podrían retransmitir los partidos, previo pago al Programa Fútbol para Todos, para lo cual la AFA crearía una señal de TV (algo así como un TyC de los propios clubes). El monto pagado se distribuiría entre los clubes, un fondo para el desarrollo de la TDT y otro que servirá para financiar la digitalización de operadores de TV por cable. Asimismo, se propone crear una señal premium de alta definición (HD), la que se pagaría por fuera del abono básico al servicio de TV paga.
Finalmente, la idea es también ampliar los canales de distribución de estos contenidos, por lo que no habría que descartar productos para celulares y/o Internet. De esta manera, las empresas de telecomunicaciones podrían también ingresar al negocio de la distribución de fútbol.
Se podrá argumentar, no sin razón, que su punto débil es que el fútbol no será tan gratuito como se presume si exige la tenencia de un conversor o un televisor digital al espectador. Pero también es cierto que lo que hay hasta ahora tampoco lo es, ya que son varios los puntos del interior del país donde Canal 7 no llega y por lo tanto la única forma de ver fútbol es vía TV paga.
Sin dudas, esta propuesta es, como todas, discutible. Pero tiene sus virtudes. La principal, desde la perspectiva del ciudadano, es que el fútbol se financie por sí sólo y no con los recursos del Estado, que ciertamente tiene otras prioridades. Desde la perspectiva tecnológica, podría ser un impulso clave para el desarrollo de la TDT. Pero también lo será para la industria que gira a su alrededor: fabricantes de conversores, televisores, equipamiento de transmisión y operadores de TV paga.
La cercanía del inicio del campeonato local hace inviable pensar que este esquema o uno similar se aplique de inmediato. Pero este es un año mundialista, por lo que la presencia de Argentina en Sudáfrica podría ser un interesante banco de ensayos para transmisiones y equipamiento necesario.
Más allá de que esto es sólo una propuesta y que, de avanzar, probablemente sufra modificaciones, es un indicio de que hay intenciones de hacer más seriamente algo que nació a las apuradas y desprolijamente, cuya su continuidad en el tiempo, bajo el formato actual, está seriamente amenazada. Ahora sólo resta esperar.
Hacía rato que no había tanta novedad en materia tecnológica proviniendo desde el Congreso. Pero con la ley de medios y el impuestazo, alcanzó. Gracias.
Resumiendo, la ley de medios se promulgó con un gran defecto: no diferenciar el transporte del contenido. Sin entrar en otros aspectos que fueron controvertidos pero que no corresponde analizar desde aquí, la negociación política hizo que se perdiera una gran oportunidad de darle un fuerte impulso al desarrollo de la infraestructura, aumentando simultáneamente la oferta y competencia a nivel de redes. Si bien técnicamente esto podría subsanarse vía una nueva ley de telecomunicaciones, no parece que estemos en las vísperas del tratamiento de esta norma.
Sobre el impuestazo tecnológico aún no puede observarse su impacto real, debido a que entró en vigencia hace poco más de dos semanas. No obstante, hubo una gran victoria para los fabricantes de portátiles locales cuando lograron que éstas fueran excluidas de la norma. El crecimiento de las ventas de éstas y el retroceso en desktops realzan el valor del logro. Por el lado de los celulares, ni los fabricantes ni los operadores fueron muy vehementes en la defensa de sus intereses. En este rubro, el paso de los meses y los cambios de modelos, los subsidios de los operadores que no permiten saber el precio real del equipo y la natural baja de precios de la tecnología, harán que el impacto psicológico del mayor precio se vaya diluyendo. Será como los televisores, que en Argentina son carísimos, pero no nos damos mucha cuenta.
Hablando de televisión, el 2009 vio la definición de la norma de TV Digital, luego de años de negociaciones que parecían inclinar la decisión para un lado o para otro. Por el momento quienes aparecen más activos en el tema son los sectores vinculados al ámbito estatal, quienes lo ven como un vehículo para multiplicar la oferta de contenidos. Con la proximidad del mundial, desde el gobierno se han fijado el ambicioso objetivo de llegar con un millón de decodificadores digitales para esa fecha, aunque no se entiende bien el apuro. Esos decodificadores estarán conectados mayormente a televisores tradicionales (quien hoy tiene un LCD, Plasma o LED en su mayoría tienen un servicio de TV paga), por lo que no se entiende la lógica del que desembolsaría dinero en un deco que hoy por hoy no es clave, ya que siguen las transmisiones analógicas (faltan años para el apagón). En fin, cosas que pasan.
A nivel regulatorio quedan varios temas pendientes. Uno es el del Servicio Universal, donde se habilitó una cuenta bancaria para constituir el fondo pero no se avanzó en absoluto en cuanto a cómo se utilizarán esos recursos. Mientras tanto, los que necesitan servicios de telecomunicaciones, siguen esperando. Otro es el de la portabilidad numérica. La justicia ya se expidió en más de una oportunidad sobre este tema, aunque aparentemente sin muchas señales de recepción por parte de las autoridades regulatorias. Si bien hay quienes confían en que se está cerca de la implementación de esta capacidad, por ahora concreto no hay nada.
Tanto éstos como otros temas evidencian que además de tener las normas, hay que hacerlas cumplir. Pero en la medida en que el gobierno no se ocupe de reglamentar lo que falta, nada tiene sentido. Quizás sea esta otra razón para pensar en una ley de telecomunicaciones que reemplace a una regulación que quedó a mitad de camino y que tiene 10 años, con todos los cambios, tanto tecnológicos como de escenario, que se dieron en esta década.
Un par de noticias provenientes de Europa dan serios indicios de la transformación que está teniendo la televisión, la cual está ingresando en un proceso de migración acelerada desde las redes de TV paga hacia Internet.
La primera viene de Francia, donde la cadena TF1, no sólo la de mayor audiencia en Francia sino también en Europa (según Wikipedia), anunció un acuerdo estratégico por 3 años con Samsung para que los televisores conectables de esta última integren, a partir de marzo próximo, servicios interactivos y contenidos de TF1. Los mismos incluyen widgets, servicios de información varios (tiempo, deportes, etc.), programación, así como el acceso al servicio de video bajo demanda por Internet TF1 Vision. De esta forma, inauguran una nueva forma de distribución de contenidos y servicios en aquél país.
La segunda viene de Italia y tiene que ver con el lanzamiento que hizo Telecom Italia (TI), uno de los socios de Telecom Argentina, de un dispositivo todo en uno llamado “CuboVision”. El mismo provee acceso a la TV abierta digital, y servicios vía Internet como Web TV y video bajo demanda. Además, el dispositivo actúa de media center, permitiendo que el usuario almacene en el fotos, videos y música (para ello cuenta con un disco de 500 GB). Sin dudas, un equipo que podría tranquilamente comercializarse en Argentina sin violar ninguna ley vigente.
Estos anuncios evidencian dos cosas. Desde lo general, la relevancia que está adquiriendo Internet como infraestructura de distribución de contenidos de video, generando nubarrones en el horizonte de los sistemas de TV paga actuales, basados redes cerradas (cable, satélite). Desde una perspectiva más local, muestra que nuestra ley de medios nació vieja al no contemplar a las redes y los contenidos como actores distintos, requiriendo cada uno un tipo de regulación particular. Bienvenidos al siglo XXI.
Es público y notorio que los diarios del mundo se encuentran en una dura lucha para lograr ingresos en sus versiones online que compensen la caída de éstos en sus ediciones en papel. Se trata de un problema que afecta a todos, sin importar tamaño ni prestigio del medio.
A esta situación no escapa el New York Times, que en la búsqueda de lograr equilibrio entre sus gastos y sus ingresos anunció recortes en su plantilla en octubre último que alcanzarían a casi el 10% de ésta. Por eso fue sorprendente que esta semana uno de sus periodistas estrella en temas tecnológicos, David Pogue, publicara en su blog en ese diario, muy suelto de cuerpo, cómo utilizar determinadas aplicaciones de software que evitan que el lector vea los banners en los sitios Web, a los que considera molestos. La columna generó muchísimos comentarios de sus lectores, todos ellos fascinados con la idea de poder leer online sin ver las publicidades (algo así como el Tivo de la Web).
¿Se habrá dado cuenta Pogue de que su sueldo proviene de la publicidad que el diario vende? ¿O como dice la expresión, está mordiendo la mano que le da de comer? Sería interesante conocer la opinión de sus empleadores. Evidentemente, chambonazos hay en todos lados…
En momentos en que en algunos países se discute sobre neutralidad de la red, pareciera que hay que prepararse para otra, de no menor calibre, que es sobre la neutralidad de los buscadores.
Todo comenzó con los reclamos de Rupert Murdoch (dueño de News Corp. a su vez propietaria, entre otros medios, del Wall Street Journal) hacia Google, acusándola de “robar” sus contenidos y amenazando con impedir el acceso del buscador a sus contenidos. Luego la cosa se puso más interesante, cuando trascendió que News Corp. negocia con Bing, el buscador de Microsoft, para darle exclusividad en el acceso a sus contenidos. Si bien todavía no está dicha la última palabra, la movida da para el análisis.
En primer lugar, existen elementos como para pensar que News Corp. está negociando, a su manera, con Google. Nadie en su sano juicio puede presumir que el buscador le roba contenidos a ningún medio. Lo que hace Google es publicar el título de la nota que contiene la información buscada y a los sumo un par de líneas que sirven para determinar si es necesario clickear en ese vínculo o no. Pero el contenido (editorial y publicitario) sigue estando en los sites de los diarios y otros medios, no en Google. De esta forma, el tráfico generado (estimado en un 25% del total para el caso del WSJ) no debería ser despreciado. Por otra parte, la red social MySpace (propiedad de News Corp.) tiene un acuerdo de exclusividad con Google para la publicidad por tres años, por el que acordó pagar unos US$ 900 millones (sujeto a ciertas metas). Como es sabido, en los últimos tiempos MySpace viene perdiendo terreno frente a Facebook, por lo que la renovación de ese acuerdo, al menos en las actuales condiciones, no sería tan sencilla.
En el caso de Microsoft, ésta no tiene reparos en comprar market share. Ya hizo un acuerdo para proveerle las búsquedas a Yahoo e implementó un programa donde devuelve dinero a quienes compran bienes a través de su buscador. Todas medidas tendientes a lograr que el uso de Bing siga creciendo hasta convertirse en un serio rival para Google.
Pero más allá de los pormenores de esta movida, lo que está gestando con esta movida hacia la indexación exclusiva es una Internet con muros. Por lo tanto, de concretarse esta política de “vos podés indexar y vos no”, estaríamos ante un nuevo fenómeno: la parcialidad de la Web. Esto daría lugar a una Internet muy distinta a la que hoy conocemos. Lamentablemente.
Cuando todavía no está reglamentada la nueva ley de medios y antes de que algún cambio en los vientos políticos pudiera rever varios de los aspectos contemplados en la nueva ley, las cooperativas avanzan rápidamente en el despliegue de la infraestructura necesaria para proveer servicios de TV.
Amparándose en la resolución 275 dictada por el COMFER en abril último [ver “Generación espontánea de redes”], ya son varias las cooperativas que están presentando sus proyectos para dar TV. Tal es el caso de Coopelectric de Olavarría, que anunció TV IP vía ADSL, o de Telviso, que va en la misma dirección. Es más, esta semana, durante las jornadas de IPTV, la CATEL (Cámara de Cooperativas Telefónicas) adelantó que buscarán actuar conjuntamente entre todas las cooperativas para avanzar rápidamente en este tema.
Todo indica que este mercado se pondrá en movimiento. Quizás no al ritmo que el ingreso de las telefónicas con fines de lucro hubiera impreso, pero ciertamente habrá varios beneficiados: cooperativas, clientes y proveedores de tecnología y contenidos. Y para los cableros incumbentes en cada zona, la señal de que la competencia está llegando.
En los últimos tiempos, con la llegada de las primeras ofertas y, más tarde, con el debate de la Ley de Medios, el tema del Triple Play estuvo en el tapete. Por el momento, la oferta de servicios convergentes es muy acotada en el mercado argentino. Apenas unos pocos operadores de TV por cable (Telecentro, Supercanal y algunos pequeños proveedores en localidades más chicas) ofrecen actualmente el servicio. Los demás cableros que no lo hacen es por alguna decisión de negocios, mientras que las empresas de telecomunicaciones se mantienen al margen por trabas regulatorias. Aquí no pueden considerarse los bundlings de las telefónicas con DirecTV, ya que los servicios se dan por redes separadas. Es un triple play comercial, no técnico.
Si embargo, esto no invalida que exista una demanda creciente por los servicios que engloba. El que mayor crecimiento registra es el de acceso a Internet de banda ancha. También lo hace, aunque a un ritmo mucho menor, el de TV paga. Por su parte, la telefonía fija comienza a sentir los embates de otras alternativas, por lo que si bien no retrocede aún en penetración, sí se observa una baja del gasto, tanto en telefonía local como en larga distancia. Esto surge del informe “Telecomunicaciones residenciales 2009”, recientemente finalizado por Carrier y Asociados.
Actualmente, unos 2,6 millones de hogares consumen los tres servicios que conforman el Triple Play (30% más que un año atrás) generando un gasto anual aproximado de $ 8 mil millones (con impuestos incluidos). Si además, se tuviese en cuenta a aquellos hogares que hoy consume sólo dos de éstos servicios (típicamente, telefonía e Internet o telefonía y TV paga), el mercado potencial sería de hasta 5 millones de hogares.
No obstante, en este caso el aumento en dinero gastado no sería lineal, ya que seguramente para que los hogares que hoy consumen dos servicios pasen a tres, el monto total a gastar debería ser menor que la suma de las partes, que es lo que hoy sucede con la gran mayoría que consume telefonía, TV e Internet.
Lo que en algún momento se presentó como un giro inesperado en el affaire “Telecom Italia-Telefónica y otros”, propiciando la desinversión de los españoles en la empresa italiana, finalmente terminó siendo una anécdota [ver “Giro inesperado”].
Todo comenzó con las presiones políticas para lograr que TI volviera a ser una empresa 100% italiana, aunque evidentemente éstas no pudieron con la voluntad de sus socios. Esta semana se confirmó que los cinco accionistas que conforman Telco (sociedad que controla TI) serán cuatro, pero quien salió no fue Telefónica (como se especulaba) sino el brazo inversor de la familia Benetton. Así, los cuatro socios restantes acordaron renovar su pacto por tres años más. El anuncio oficial lo hizo Telefónica en una declaración a las autoridades bursátiles españolas, indicando que el nuevo acuerdo tendrá vigencia hasta abril del 2013, aunque con la posibilidad de una salida anticipada en octubre de 2012.
De esta forma, se renuevan las esperanzas de los interesados en adquirir la participación de los italianos en Telecom Argentina. Por el momento, el plan A de los italianos es seguir siendo parte del operador argentino, para lo cual deberán hacer frente a la decisión de la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia, que les exige desinvertir. Por las dudas, también hay un plan B que es vender, aunque obviamente haciendo un buen negocio.
Sin dudas, en las próximas semanas recrudecerán las versiones sobre los posibles candidatos y sus probabilidades de quedarse con el negocio de TI en el país.
Como si se tratara de una novela por entregas, esta semana hubo una nueva postergación para el tratamiento del proyecto de ley comúnmente conocido como Impuestazo Tecnológico. Esto se debió a que la oposición en la cámara de Diputados no habilitó el tratamiento del tema en el recinto, por lo que el oficialismo decidió sacar del temario este polémico proyecto (ya tienen bastantes frentes que atender). Así, volvería a haber una oportunidad para su tratamiento dentro de dos semanas (11 de noviembre).
La sucesión de polémicos proyectos de ley que el Poder Ejecutivo está enviando al Congreso (ahora es la reforma política) ciertamente atenta contra el tratamiento de éste. El tema preocupa a los fueguinos, ya que los tiempos hasta el 10 de diciembre se acortan. En esa fecha no sólo habrá recambio de legisladores, sino que se estará en vísperas del fin de las sesiones ordinarias, lo que mínimamente postergaría el tratamiento de la ley por varios meses, salvo que se la incluya en las sesiones extraordinarias, cuya convocatoria es aún incierta.
En síntesis, por ahora, ansiedad para los fueguinos y AFARTE; esperanzas para los que se oponen a la institucionalización de privilegios.
Es cierto aquello de que nadie resiste un archivo. Pero también lo es que algunos lo resisten menos que otros. Recorriendo la hemeroteca online de diarios en Internet, refrescó nuestra memoria un artículo sobre el fallido intento del celular argentino, increíblemente bautizado como El Argento…
En este artículo publicado por el diario La Nación en agosto de 2005, bajo el título “Lanzan el primer celular de producción nacional”, se nos prometía que a fines de ese año estaría disponible un equipo nacional. No sólo eso, también costaría US$ 48,70 y tendría un 70% de componentes argentinos. ¿Alguien lo vio?
La nota merece la pena se leída, porque hay otras perlitas sobre el humo que nos vendieron…
Así están los fabricantes de GPS luego de que esta semana Google anunciara la aplicación Maps Navigation. La misma estará disponible gratuitamente para celulares con el sistema operativo Android, desarrollado por el gigante de las búsquedas. La amenaza también fue percibida por los inversores, que hicieron caer las acciones de los principales fabricantes de GPS (Garmin y TomTom) por debajo del 15% al conocerse la noticia.
El impacto inicial de esta nueva aplicación será limitado ya que funciona únicamente con el sistema operativo Android que recién ahora está dando signos de iniciar un despegue. No obstante, lo cierto es que pone en evidencia la falta de competencia en materia de GPS.
Todo aquel que usó un GPS tradicional coincidirá en que su interfaz es terriblemente mala y prácticamente no evolucionó nada en los últimos años, cosa que si hicieron notablemente los celulares en general. Pero no sólo esto, sino que hacen abuso de su posición dominante. Por ejemplo, las aplicaciones de Garmin para celulares (solamente software) cuestan casi tanto como el hardware de los GPS (con el mismo software incluido).
Por su parte, Maps Navigation no sólo es gratuito, sino que incluye otras bondades que surgen principalmente del hecho de estar conectado, lo que permite tener información en tiempo real (ej: tráfico) y por supuesto está integrado con el motor de búsquedas de Google (comercios, restaurantes, exhibiciones, etc.), de donde vendrían los ingresos.
No queda claro si esta aplicación estará disponible en otras plataformas que no sean Android, pero sin dudas que el lanzamiento es bienvenido para sacudir un mercado que tiene todos los vicios de la falta de competencia.
El escenario del consumo de servicios de telecomunicaciones muestra disparidades en cuanto a su evolución, con algunos servicios en retroceso o estables y otros que mantienen interesantes tasas de crecimiento. Este panorama se combina con la cada vez más presente convergencia entre éstos, por lo que conocer su estado de penetración y desarrollo se convierte en un factor clave para mejorar cualquier propuesta que apunte al mercado residencial.
El informe “Telecomunicaciones residenciales 2009” describe este estatus, convirtiéndose en un punto de partida para operar bajo una realidad cambiante. El mismo identifica y cuantifica los cambios producidos en la demanda de servicios de telecomunicaciones.
No es ningún secreto que este año las ventas de celulares vienen más flojas que las del 2008. En el acumulado de importaciones de los tres primeros trimestres del 2009, la caída es de un 16% respecto del año anterior. Sin embargo, el análisis de las estadísticas siempre permite distintas perspectivas, y la duda que surge es si se está produciendo un cambio de tendencia. Es que mientras las caídas trimestrales comenzaron en el 3° cuarto del año pasado, en el actual este mismo período marca un repunte, que se ubica un 10% arriba.
Considerando que el crecimiento neto de líneas en uso se encuentra en niveles que se acercan al vegetativo, este aumento estaría indicando una recuperación en la renovación, la cual había sido postergada en un escenario de recesión e incertidumbre económica y política.
Más allá del escenario menos incierto de la actualidad, también ayuda en esta recuperación la proliferación de terminales con nuevas y deseadas características, como la reproducción de música (que condenó al ostracismo a los reproductores de MP3 dedicados), la grabación de video y, más recientemente, las capacidades ampliadas de mensajería instantánea y el acceso a redes sociales.
Justamente, la aparición de nuevos equipos con funcionalidades para el uso de Messenger y Facebook están haciendo cada vez más borrosa la línea que divide a los smartphones del resto de los equipos. Quizás esta sea una de las razones por las cuales esta última categoría no crece como se esperaba, acumulando una caída anual del 12%.
En este escenario, es notable el crecimiento de Blackberry, quien encabeza en participación de mercado en el 2009, con un aumento del 55% en unidades vendidas respecto del año pasado. De esta forma, desplaza a Nokia, que cayó un 15% en igual período. Así, Blackberry lidera en el 2009 con un 43% de participación, seguido de Nokia con un 38%. Samsung y Motorola, en empate técnico, se ubican después en alrededor del 7% cada uno, y en quinto lugar el “manijeado” iPhone, levemente por debajo del 2%.
Volviendo a las cifras generales, y a pesar de este cambio en la tendencia que se observa en el 3° trimestre, difícilmente pueda llegar a compensarse la caída de la primera mitad del año. Para que esto ocurra, el crecimiento en el último trimestre deberá ser de más del 50%, algo bastante improbable. Con objetivos más modestos pero también más posibles, habría que aspirar a que esta tendencia del trimestre que acaba de terminar se mantenga, quebrando la línea descendente de los últimos cuatro quarters. Claro que falta ver cuál será el impacto del más que probable impuesto tecnológico.
La sanción de la ley de medios dejó indudablemente descolocados a los cableros (principalmente a los grandes) quienes durante mucho tiempo se habían dedicado a torpedear la posibilidad del ingreso de las empresas de telecomunicaciones al negocio de la TV. Pero la ley las dejó afuera, aceptando únicamente el ingreso de las cooperativas al negocio. Y atacar a las cooperativas no rinde, ya que éstas tienen esa imagen de “todos juntos trabajando por el bien común”, que hace que agredirlas no rinda demasiado.
Por eso sonó a fuera de timing cuando durante las últimas jornadas de ATVC se propusiera el ingreso de las telcos al negocio de la TV, aunque con algunas condiciones, como la de liberar el 25% de sus clientes y darles 5 años para ponerse a punto (cuando algunos, sobre todo los grandes, ya están en condiciones).
Más allá de la moda de dudoso gusto de tratar a los clientes como mercancía intercambiable (como el tope del 35% de participación expresado en la ley o este 25% que las telcos deberían resignar), lo cierto es que da la impresión de que los cables se acordaron tarde de negociar. Ahora sólo les queda la carta de modificar la ley con el nuevo Congreso que asumirá el 10 de diciembre. Una carta que tampoco es segura, habida cuenta de la creciente tendencia al surgimiento de tránsfugas.
Dentro de lo que podría considerarse la primera camada de servicios de valor agregado (SVA) desde el celular, salvo los SMS, el resto de los productos tradicionales de los últimos tiempos (ringtones, juegos, concursos, MMS, etc.) no parecen en condiciones de crecer, sino más bien de retraerse como consecuencia del sideloading [ver “Vía PC es mejor”] El impacto de la sustitución que provee la combinación PC/Internet se hace sentir cada vez más, no sólo porque su adopción crece, sino también por la mayor facilidad de los nuevos terminales para conectarse tanto con computadoras (USB, memorias SD) como a otros equipos (Bluetooth), así como por la gratuidad de los contenidos obtenidos en la red. Y esto no da señales de detenerse sino todo lo contrario, habida cuenta de las constantes ventas de PC y de altas de accesos de banda ancha. Donde sí se presenta un horizonte con más potencial es en el uso de aplicaciones de mensajería (mail, Messenger, Facebook). Esto surge del informe “Telefonía móvil – segmento individuos – 2009” finalizado recientemente por Carrier y Asociados.
En estas aplicaciones basadas en la mensajería, y tal como sucede con los SMS, el interés está en los contenidos que generan los propios usuarios. La altísima popularidad en Argentina de estas aplicaciones provenientes del mundo PC (16 millones de usuarios de mail, más de 10 millones de Messenger y unos 6 millones de Facebook), hace que agregarle el factor movilidad sea un atractivo importante, aún para aquellos que regularmente acceden a una PC conectada, pero fija.
No obstante, es importante destacar que estos servicios no son asociados directamente al acceso a Internet por los usuarios. Mientras un 17% de los usuarios de celular muestra interés por usar ya sea mail, Messenger, Facebook o la Web, sólo un 8% menciona genéricamente el acceso a Internet. Así, surge claramente que es preferible disponer y promover las aplicaciones por su nombre que el uso de Internet como un genérico. El concepto de Internet aparece como muy vago y pretencioso, mientras que el servicio en sí (mail, Messenger, Facebook) es concreto. Evidentemente, no perciben que por usar estas aplicaciones están accediendo a Internet.
Si bien en general aplicaciones como el mail, Messenger o Facebook tiene niveles de interés similares, cada una atrae a distintos perfiles de usuarios. Por ejemplo, visto por edad, el mail atrae más a jóvenes y adultos, mientras que el Messenger lo hace más entre los adolescentes. También se observan diferencias en cuanto al servicio deseado en función del nivel socio económico.
Así, es evidente que hay que evitar el sesgo tecnológico en la comunicación, poniendo el foco específicamente en los servicios ofrecidos y no en el genérico “Internet”. Además, la diferencia entre Internet en el celular y en la PC es tan grande, que resulta saludable no confundir aún más al usuario desprevenido.
Finalmente, y sin generar ningún tipo de sorpresa, a las pocas horas de que Comentarios llegara a las casillas de mail o se publicara en la Web, el Senado daba el OK al proyecto de ley de medios, con los vicios propios, los introducidos por Diputados y alguna que otra desprolijidad (algo que en Argentina es más norma que excepción).
Mucho se criticó a la norma, especialmente desde el punto de vista de los contenidos y su regulación. Pero poca fue la relevancia que se le dio desde el punto de vista de su impacto a un factor clave para el desarrollo tanto social como económico de los próximos años del país y que es todo lo vinculado a la infraestructura, uno de los pilares de la sociedad del conocimiento. Conviene entonces repasar lo que pasó y ver cuáles pueden ser las consecuencias.
No hay dudas de que las empresas que prestan servicios de TV por cable han sido negativamente impactadas por la nueva ley, y no sólo por las obligaciones en cuanto a los contenidos. La limitación del 35% en la participación de mercado impactará principalmente a Cablevisión, quien a su vez es uno de los tres grandes proveedores de banda ancha (con Telefónica y Telecom). Este tope no sólo implicará que la empresa deba desprenderse de clientes, cuyo destino en términos de servicio es incierto, sino que será también un freno para el desarrollo de la banda ancha en condiciones de competencia, tal como sucede en la actualidad. Ciertamente, más que establecer límites artificiales al desarrollo de un negocio, hubiera sido mucho más beneficioso implementar medidas que fomenten la competencia, dejando que sea principalmente ésta la que establezca los límites de dominancia de los actores. El Estado sólo debería garantizar que ningún proveedor abuse de una posición dominante.
En este sentido, el discurso de ATVC debería ser revisado. Su mensaje es “con la competencia [de las cooperativas, las telefónicas ya están fuera] vamos a desaparecer”. Algunos de sus argumentos son válidos (las cooperativas no pagan impuesto a las ganancias), otros, no tanto (tienen clientela cautiva). Pero lo cierto es que esto no es algo que preocupe particularmente a la opinión pública, por lo que el mismo tiene impacto menor. De hecho, el servicio de TV paga es claramente el menos valorado dentro de los servicios de telecomunicaciones en el hogar, en comparación con la telefonía fija, la móvil e Internet, tal como surge en el informe “Telefonía móvil – segmento individuos – 2009” realizado por Carrier y Asociados. Su mensaje debería ser “dennos condiciones de competencia justas y verán que nuestra oferta es la mejor”. Pero esta frase es típica de un entrante en un mercado determinado, no de un incumbente, sin importar el negocio del que se hable.
En otras palabras, el foco no debería girar en torno a lo que la industria pierde, porque eso poco interesa al público. Es visto como una lucha entre poderosos. Debería enfocarse en lo que el público, o en este caso los habitantes del país, se pierden. Así, la población se sentirá afectada.
Más allá de esto, sin dudas el panorama no se presenta muy alentador desde la perspectiva del desarrollo de la infraestructura. Con los cableros a la defensiva y forzados a desinvertir, y las telcos fuera del partido, estaremos retrasando el desarrollo de la infraestructura de comunicaciones. No se trata de pensar en el ahora o el año que viene. La tendencia en telecomunicaciones es hacia el despliegue de redes de fibra óptica, de mayor capacidad y alcance que las redes actuales de cobre. Y en este escenario, no habrá grandes jugadores dispuestos a invertir lo que hace falta.
Seguimos rifando oportunidades de desarrollarnos. Y van…
Ahora que se aprobó la ley de medios a nivel nacional, parece que otros distritos quieren tener una ley propia. Tal es el caso de la ciudad de Buenos Aires, donde esta semana el gobierno local presentó en la Legislatura porteña un proyecto de ley para regular la televisión por cable en este territorio.
Más específicamente, lo que la ciudad busca es lograr la potestad en el otorgamiento y revocación de las licencias para la explotación de la televisión por cable (técnicamente, “servicios de difusión por suscripción") cuyas redes se ubiquen dentro del territorio porteño. El argumento es que si bien la administración porteña no tiene ingerencia en el ámbito de la televisión abierta y la radio, sí puede tenerla en el cable.
Para ello creará una Agencia de Medios y Libertad de Prensa (ALIP), que será descentralizada y con autonomía funcional y financiera. La misma tendrá a su cargo los procedimientos para la adjudicación o autorización de la explotación de los servicios de difusión locales y luego controlar que se cumpla con la normativa. La ley propuesta impone además normas sobre la difusión de contenidos, la contemplación de una tarifa social y crea el “Consejo de libertad de expresión” como asesor de la agencia.
El tema no es menor habida cuenta de que la Capital es el distrito con mayor penetración del servicio, con una altísima concentración en manos de la fusionada Cablevisión/Multicanal.
La viabilidad de una norma de estas características y su convivencia con la recientemente sancionada ley nacional será seguramente terreno de disputas entre abogados. Pero más allá del claro objetivo político de la norma propuesta (diferenciarse del gobierno nacional), como no podía ser de otra forma también esconde uno fiscal. Es que el proyecto contempla que "Los titulares de los servicios de comunicación audiovisual tributarán un gravamen del cuatro por ciento (4%) de su facturación bruta por todo concepto derivado de la explotación de la autorización otorgada". En otras palabras, una nueva fuente de ingresos que servirá (de aprobarse tal cual está) para tapar alguno de los varios agujeros presupuestarios. En fin, la voracidad fiscal no es monopolio del gobierno nacional. ¿Adivinen quién lo va a terminar pagando?
Comentario final. Por lo publicado en distintos medios, llamativamente el tema no estuvo en la agenda del jefe de gobierno porteño durante su participación en las Jornadas de ATVC que se realizaron esta semana en Buenos Aires. Quizás no era oportuno…
A pesar de tener ya varios años de existencia en el mercado, el negocio de los contenidos en el celular mantiene niveles de penetración de un dígito. Esto no implica que a la gente no le interese almacenar o enviar esa foto tomada desde el móvil, o tener un ringtone que no sea uno de los que viene por defecto en el celular, o usar las capacidades de reproductor del equipo para escuchar música. Lo que sucede es que esos contenidos no son transmitidos desde y hacia la red sino a través de lo que se conoce como sideloading, es decir, el intercambio de contenidos entre celular y PC sin que medie la red celular. Esto surge del informe “Telefonía móvil – segmento individuos – 2009” finalizado recientemente por Carrier y Asociados.
Prácticamente 1 de cada 3 usuarios utiliza a la PC como puerta de entrada o salida para mover fotos, música, imágenes, videos desde y hacia el celular. El intercambio, mayormente vía USB (pero también a través de Bluetooth o memorias removibles), es más habitual en los segmentos socioeconómicos altos, entre jóvenes y adultos jóvenes (de 19 a 35 años) y los hombres.
Entre quienes conectan su celular a una PC, un 80% descarga las fotos tomadas desde el celular en lugar de enviarlas desde el mismo dispositivo vía red móvil. Por otra parte, un 53% sube música, sea como ringtone o track para escuchar gracias a las capacidades de reproducción de MP3
Así, queda claro el rol de la PC como intermediaria entre contenidos y terminales, convirtiéndose en un duro competidor de la opción de descargas pagas o envíos desde el celular. En otras palabras, la PC compite con la red móvil. Y le gana por escándalo.
En momentos en los que en EE.UU. se habla de pasar de los principios a las reglas en pos de la neutralidad de la red (incluyendo también a las redes inalámbricas), dos de los gigantes de las telecomunicaciones móviles de los EE.UU. como AT&T y Verizon comunicaron, separadamente, la apertura de sus redes a servicios de terceros que compiten con los propios.
AT&T anunció que su red estará abierta a servicios de telefonía como Skype para el iPhone. De esta forma, sus usuarios podrían hacer llamadas a distintos destinos por mucho menos de lo que le pagarían a su operador móvil. Por su parte, Verizon anunció un acuerdo con Google para producir equipos basados en Android, los que estarán abiertos a cualquier aplicación, incluyendo a Google Voice, un software similar a Skype.
Si bien por ahora los acuerdos de “neutralidad de red” están acotados a determinadas plataformas de software, son de todos modos un adelanto de cómo evolucionarán las cosas bajo esta filosofía. Los operadores de las redes no serán sólo proveedores de “cañerías” para que los servicios y contenidos fluyan, sino que podrán ofrecer los propios, aunque crecientemente en competencia con terceros, como lo demuestran estos anuncios.
El tema de la neutralidad de la red es sin dudas un debate de fondo en el mundo de las telecomunicaciones, especialmente en las móviles, basadas en un recurso escaso, como es el espectro. De hecho, los operadores esgrimen el argumento de que su ancho de banda es limitado (mucho más que en las comunicaciones fijas), por lo que deben tener la libertad de manejar sus redes y evitar que ciertas aplicaciones puedan afectar la capacidad de las mismas.
Habrá que creer entonces que estos anuncios son un indicador de que las redes actuales están en condiciones técnicas de absorber la carga que implican las llamadas telefónicas en formato IP, cuya demanda de ancho de banda es manejable para las capacidades de las redes móviles modernas. O al menos, eso es lo que parece.
En definitiva, como debería ser también en radiodifusión, si el recurso utilizado es casi infinito (cable), la red no debe poder elegir qué servicios acceden a Internet ni tratarlos diferenciadamente. Cuando el recurso utilizado es escaso (espectro), hay que negociar. “Negociemos Mendieta” es lo que se comienza a escuchar en la industria.
Es normal que en momentos como el presente, donde se debate el polémico proyecto de ley de medios, cada uno de los interesados intente llevar agua para su molino, resaltando sus virtudes y minimizando sus defectos. Pero una cosa es defender su posición y otra es utilizar argumentos “flojos de papeles” para sostener algo de dudosa veracidad. Esto sucedió esta semana en que ATVC publicó una solicitada en relación al proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.
La industria del cable en Argentina tiene varios méritos. La penetración del servicio (de más del 60% de los hogares) tiene tasas que se ubican entre las más altas del mundo, siendo claramente líder en Latinoamérica. Existen cientos de operadores de todos los tamaños que hacen una importante contribución a la distribución y diversidad de los contenidos (algo que está en línea con el espíritu del proyecto de ley). También es justo reconocer que fue la TV por cable la pionera de la banda ancha en Argentina, a través de Fibertel, antes que las mismas telefónicas. Es más, fue uno de los primeros países donde se implementó comercialmente el acceso de banda ancha vía redes de TV por cable. En síntesis, la industria de la TV por cable tiene suficientes méritos como para recurrir a argumentos falseados para defender su posición frente a un proyecto de ley que la afecta especialmente.
Un argumento irritante (porque subestima al destinatario del mensaje) es decir que se trata de una industria en competencia. Que haya más de 700 operadores no quiere decir que compitan entre sí. Las industrias basadas en redes compiten dentro el alcance geográfico de las mismas, no dentro de la totalidad del territorio nacional. Una importante proporción de los cables operan en regiones acotadas pero donde son la única alternativa. Se podrá argumentar que siempre está la competencia de la TV satelital, cuya cobertura alcanza a todo el país. Si bien se trata de un producto sustituto, no es tan competitivo, como lo demuestra su penetración que equivale aproximadamente al 10% del mercado de cable. El resultado es que a pesar de estas 700 cableras, abundan los casos donde los habitantes tienen una única opción de proveedor de TV por cable.
Por supuesto, en esto hay gran responsabilidad del Estado, que durante años congeló el otorgamiento de nuevas licencias, medida ridícula desde el punto de vista técnico si se considera que el tendido de cables no es un recurso escaso, como sí sucede con el espectro radioeléctrico (razón por la cual hay un número limitado de canales de TV de aire, radios, proveedores de comunicaciones inalámbricas y hasta operadores de telefonía celular). En otros casos hubo, como sucedió en la ciudad de Buenos Aires, medidas que frenaban el ingreso de nuevos actores porque les exigían acciones que los “incumbentes” cableros no cumplían (ni cumplen), como soterrar sus cableados. Se evitó así realizar una inversión que sí se le exige a los “entrantes”. Por eso, cuando desde ATVC sostienen que la industria se desarrolló sin exclusividades, es una afirmación que puede considerase al menos como discutible.
No le falta razón a ATVC cuando afirma que se trata de una industria donde “los operadores se consolidan y establecen alianzas para costear las cuantiosas inversiones en digitalización, nuevas tecnologías y banda ancha”. Al cable, como a las telcos, se le aplica la misma racionalidad económica: importantes inversiones que requieren de escalas para poder ser viables. Por eso, más que pretender evitar la concentración, hay que regularla para que ésta no dé lugar a abuso de posiciones dominantes.
Finalmente, y en un acto de sincericidio, ATVC reconoce la debilidad de muchos de sus asociados. Lo hace cuando afirma que “con cables pobres y fragmentados seguiremos teniendo redes atrasadas, con pocos canales que terminarán siendo los que el Gobierno decida”. Como dicen los abogados, a confesión de partes, relevo de pruebas.
Lamentablemente, el proyecto de ley de medios no se presenta como una solución para estos problemas. Los desequilibrios y limitaciones que se dan tanto en las redes de cable como las de telecomunicaciones requieren de un enfoque más aggiornado, pensando no ya en una Ley de Telecomunicaciones sino en una ley que podríamos bautizar de “Infraestructura digital”. Una norma que no diferencie entre red de cable coaxil, par de cobre o fibra óptica, y que tenga una normativa independiente de los contenidos que por ésta viajen. Una Ley de Infraestructura Digital que contemple las particularidades del negocio (como la tendencia a las grandes escalas) pero que tenga como norte la competencia de infraestructuras, la mejor forma de asegurar el desarrollo, difusión y actualización de las mismas a precios que el consumidor pueda pagar. Es hora de despertar del letargo y darse cuenta de que vivimos en el siglo XXI.
Más desarrollado en otras latitudes, el negocio de la música digital no termina de despegar en Argentina. Muchos aducirán que es un tema cultural, que por qué pagar por algo que se puede obtener gratis. Quizás haya bastante de cierto en esto, pero también lo es que por el momento las propuestas realizadas parecieron hechas más para justificar la persecución de downloaders so pretexto de que había una alternativa online legal que para dar una respuesta acorde a los requerimientos de la demanda. Alcanzaba con ver los precios de cada track para darse cuenta de que no había negocio posible allí.
Por estos motivos, resulta interesante la propuesta lanzada esta semana por Telefónica, a través de su ISP Speedy y el portal de contenidos Terra. Se trata de Sonora, un servicio de streaming de música que será exclusivo para sus clientes de banda ancha. Para ello, se asociaron con discográficas locales e internacionales (Emi, Universal, Sony y Warner) para proveer más de un millón de temas.
El servicio está disponible en dos modalidades: free y plus. El servicio “Free” permite acceder gratuitamente a los contenidos, pudiéndose escuchar música por un tiempo máximo de 20 horas por mes. Como si fuera una FM, cada cuatro temas, se intercalan publicidades similares a los spots de radio. Esta variante del servicio es solamente de streaming, no permitiendo hacer descargas de contenidos. La versión “Plus” no tiene límites de tiempo de streaming y permite realizar hasta diez descargas por mes. Esta modalidad no posee cortes publicitarios, aunque tiene un costo mensual de $16,90 (alrededor de US$ 4,50). Un detalle interesante es que el servicio no está atado a la conexión física. El usuario ingresa con usuario y contraseña, lo que le permite utilizar el servicio desde cualquier computadora conectada a banda ancha dentro del país.
Será interesante seguir la evolución de esta propuesta, ya que evidentemente hay una importante demanda por música online. Un 43% de los usuarios de Internet en Argentina descarga música, porcentaje que aumenta en la medida en que disminuye su edad, según surge del informe “Usuario online: consumo de contenidos 2009”, realizado por Carrier y Asociados. De éstos, 3 de cada 4 escucha la música descargada directamente desde la PC, por lo que esta propuesta tiene chances de tener aceptación, especialmente en su versión gratuita. Aunque quizás deban pulir un poco el funcionamiento del sitio, donde aún se nota que es una versión 1.0.
Esta semana tuvo lugar una nueva edición de Expocomm, un clásico que en su versión 2009 se mostró considerablemente disminuido en cuanto a la exposición, percepción manifestada por visitantes y exhibidores por igual. En las charlas de pasillo las dudas es si este “bajón” se debe a un tema coyuntural (la famosa crisis, empresas involucradas en conflictos “políticos”) o si es más bien estructural (validez de la relación costo/beneficio de participar, necesidad de un evento cuando los anuncios son un continuo a lo largo del año, etc.). Sobre el Seminario, es difícil opinar sin haber concurrido a un número importante de charlas, si bien algunos temas generaban interés. Como sucede en este tipo de eventos de industria, hay un atractivo especial por la congregación de actores, lo que da lugar a ricos intercambios de información, tanto en las presentaciones como en la informalidad de los pasillos.
Por supuesto, no podían faltar dos temas centrales: el impuesto a los productos tecnológicos y la ley de medios, especialmente en lo que hace a la participación (o no) de las empresas de telecomunicaciones.
En el caso del denominado “impuestazo”, era lógico que el ambiente estuviera dominado por opiniones adversas, independientemente de si el interlocutor era un afectado directo o no. Un triste detalle de este proyecto fue la confirmación de que las notebooks y netbooks fueron retiradas de los alcances de los proyectados impuestos simplemente por la diferencia entre empleos perdidos en el continente versus aquellos generables en Tierra del Fuego. Si fuera por el impacto en el desarrollo digital, todavía seguirían incluidas en la pretendida norma. Una muestra de la miopía de nuestros legisladores. En fin…
Por el lado de la ley de medios, obviamente no había felicidad por la exclusión de las empresas de telecomunicaciones. La sensación que queda es que sacrificar el ingreso de éstas al negocio de los medios estaba previsto de entrada, ya que se aceptó esta modificación al proyecto original sin casi oponerse. No obstante, y visto el status actual del proyecto de ley, parecería ahora que todos los cañones apuntan a propiciar la promulgación de una nueva ley de telecomunicaciones. En realidad, y considerando la evidente diferencia entre contenido y transporte, sería razonable que la ley de medios se enfocara en el primer punto y que la de telecomunicaciones en el segundo. Pero como el ejecutivo y los legisladores no pueden distinguir claramente las diferencias entre uno y otro, hay chances de que se terminen votando engendros en cada materia.
Dicen que este tipo de eventos son reflejos de la industria a la que convocan. Si efectivamente es así, no hay dudas de que el 2009 no pasará a la historia como un gran año, sino aquel donde se pusieron en riesgo muchos logros. Esperemos que Expocomm 2010 sea exuberante (pero racional, tampoco repetir la locura de la burbuja tecnológica de los 2000).
Que las empresas de telecomunicaciones no puedan legalmente ofrecer servicios de TV no atenta contra la posibilidad de distribuir contenidos en video, específicamente si no es bajo el modelo de broadcasting. Es por eso que esta semana, Telefónica anunció que para marzo del año próximo lanzará un servicio por el cual ofrecerá películas, series, documentales y otros contenidos en video utilizando el modelo de bajo demanda (u On Demand), a través de su red de banda ancha. Inicialmente, el servicio estará disponible en Capital y Gran Buenos Aires, aunque seguramente no en la totalidad de este territorio conociendo las limitaciones técnicas de este tipo de transmisión y sus necesidades de ancho de banda.
El servicio, que será exclusivo para clientes de Telefónica, tendrá un abono mensual (de valor no anunciado) que incluiría la conexión de banda ancha y una cantidad limitada de contenidos. Lo interesante, es que los mismos podrán ser vistos directamente en el televisor, sin necesidad de PC. Lo que sí ya está determinado es que los contenidos no incluidos en el abono tendrán precios que oscilarán entre $ 1,90 y $ 6,90.
Ciertamente, este tipo de servicios tienen chances de tener buena aceptación, en la medida en que el precio sea el adecuado. De hecho, un 30% de los usuarios de Internet que están abonados a un servicio de TV paga (cable o satélite) muestran intenciones de abandonarlo si existiera la posibilidad de conectar su televisor a la red para ver películas o series. Esto surge del informe “Usuario online: consumo de contenidos 2009”, realizado por Carrier y Asociados. Estos porcentajes pueden considerarse como muy alentadores para quienes tengan intenciones de ofrecer este tipo de servicios, habida cuenta de que se trata aún de un concepto y no de un servicio concreto.
No obstante, la clave estará no sólo en la calidad de los contenidos (cosa obvia), sino, y fundamentalmente, en la variedad y cantidad de los mismos.
Desde hace tiempo ya que Brasil, como miembro del famoso BRIC, se vislumbra como una potencia mundial. Y por lo menos, en el plano tecnológico, está cumpliendo con esa promesa, especialmente en lo que hace a TV digital.
Brasil tuvo la suficiente “muñeca” como para acordar, con interesantes ventajas, la adopción de la norma ISDB, pero con su fragancia local, ISDB-T. De esa forma, se aseguró autoabastecerse de la tecnología necesaria. Pero no se quedó allí, sino que se involucró activamente para exportar su norma a otros países de la región, como Argentina, Chile y Perú.
No conformes con su dominio a nivel regional, Brasil ya apunta sus cañones fuera del continente. Su próximo objetivo: África. Según el Business News America, Brasil está en conversaciones con países lusoparlantes (Angola, Cabo Verde, Mozambique y otros) de aquél continente para que adopten la norma. A éstos podría sumarse Sudáfrica, donde tienen intenciones de realizar pruebas durante el próximo mundial (del cual esperamos participar).
Un banquete para un psicólogo. Esto es lo que surgió de la participación del interventor del Comfer ante el plenario de las cuatro comisiones del Senado respecto del proyecto de ley de medios.
Mientras argumentaba a favor de la extensión de las licencias que se hizo por decreto en el 2005, el funcionario sostuvo que producto de la ley 22.285 y de los decretos de necesidad y urgencia de la década del 90, “las transferencias de las acciones de los medios no estén consideradas en los expedientes del Comité Federal de Radiodifusión” y esa irregularidad “permite que se generen posiciones dominantes en el mercado superando holgadamente las 24 licencias que la ley de la dictadura actual, esteeee..., justifica”. Suponemos que quiso decir “la ley actual de la dictadura”, o “la ley de la dictadura, actual”. Los psicólogos dicen que el inconciente es eficaz.
Quienes quieran escuchar el audio original, pueden hacerlo desde aquí y sacar sus propias conclusiones.
Finalmente, en la madrugada de ayer, Diputados dio media sanción a la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, familiarmente conocida como Ley de Medios. Pero en la ansiedad por sumar la cantidad de porotos necesaria para la aprobación de la norma, el oficialismo decidió “podar” de la misma uno de los aspectos más progresistas (en el sentido estricto de la palabra) que incluía. Se trata de la exclusión de las empresas de telecomunicaciones de la posibilidad de distribuir contenidos televisivos.
Para aquellos interesados en conocer los fundamentos de esta postura pro ingreso de empresas de telecomunicaciones, la explicación está en esta columna publicada esta semana en el diario La Nación bajo el título “Cableras y telefónicas, una división del pasado” (N. de la R.: no es fácil fundamentar una postura en el espacio de 20 tweets – 2.800 caracteres – pero ya que estaba hecho, era mejor reciclarlo que reinventar la rueda).
Lamentablemente, el contexto no fue el ideal para debatir con fundamento y profundidad un tema tan importante para el desarrollo futuro no sólo de la actividad, sino también, y de mayor importancia, por su impacto en la infraestructura clave de una sociedad moderna. En esto ciertamente influye la tendencia del gobierno a polarizar cualquier tema que toca. Así, todo es dicotómico. Blanco o negro. No hay grises. Y la mayoría de las veces es en las posiciones intermedias donde se encuentra el mejor camino.
Lamentablemente, la oposición hizo honor a su denominación y se opuso a todo, lo bueno y lo malo por igual. Y peor aún, no estuvo siquiera presente en el debate, con lo que la transmisión del mismo fue casi un coro de voces a favor de la ley y, con tantas cadenas de televisión transmitiendo en vivo, se privó a la ciudadanía (incluyendo a sus votantes) de tener la otra campana. Eventualmente, podrían haber pedido la palabra y retirarse antes de la votación, como forma de protesta. Como oposición, un flojo papel.
Aunque por otros motivos, también fue triste el papel de los pequeños partidos, la mayoría autodenominados “progresistas”. Dicen defender la pluralidad y actuar en contra de la monopolización de la información, pero aceptaron la norma a partir del momento en que se privó a la ciudadanía de la posibilidad de contar con redes de acceso alternativas. Con ello, de paso, pusieron un freno al desarrollo de una infraestructura moderna, acorde al siglo XXI. Y lo peor de todo es que no parecen haber actuado así por corrupción o acuerdos secretos. De su discurso se desprende que, paradójicamente, lo hicieron por tener una visión conservadora del tema en lugar de progresista. Tienen una concepción de los medios del siglo pasado, no del presente. Preocupante.
El principal argumento para frenar el ingreso de las telcos fue su condición de “monopólicas”. Si esto ocurre, es responsabilidad primaria del Estado. El gobierno cuenta con el marco regulatorio y las herramientas necesarias para evitar el abuso de posiciones dominantes. Pero desde que comenzó la gestión K (tanto en su versión masculina como femenina), esta potestad no fue ejercida, por incapacidad, o peor aún, por falta de voluntad. Si no comulgan con el marco regulatorio vigente (de la gestión De la Rua), podrían haberlo cambiado. Sin embargo, el camino fue ignorarlo. Y en el tratamiento de esta ley, en vez de aprovechar para dar forma a un escenario en competencia, optaron por lo más fácil: prohibir. Algo así, como “muerto el perro, se acabó la rabia”. Pero el Estado, en sus tres poderes, debería poder dar respuestas más sofisticadas que un simple hachazo.
Lamentablemente, los principales perjudicados son los habitantes de este país, a quienes se priva así de tener más y mejores alternativas.
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