Viernes, 06 de Febrero de 2009 01:39
Con este panorama, no es llamativo entonces el interés por dispositivos alternativos que accedan a Internet. Sorprende la cantidad de smartphones que se ve en manos de la gente. El Blackberry es un producto de amplia aceptación masiva y no sólo un gadget corporativo/profesional, con una interesante presencia entre los jóvenes. Y por cierto es muy común ver a gente pasando el dedo sobre la pantalla de su iPhone. Eso sí, resulta extraña la ausencia de Nokia, el número 1 del mundo que sin embargo sigue sin hacer pie firme en los EE.UU..
También es cada vez más evidente el atractivo por las netbooks, que ganan espacio en las tiendas tanto de electrónicos como generales. Con precios que arrancan en los US$ 199, se están convirtiendo en una alternativa para ciertos segmentos de usuarios de smartphones, amén de serlo también para los de notebooks.
Justamente, la relación entre netbooks y notebooks está inquietando a más de uno de los actores del mundo del hardware. Mucha gente adquirió sus PC principalmente como dispositivo de acceso a Internet (mail, IM, Web), por lo que la propuesta de una netbook que cumple esa tarea pero a una fracción del precio y en un tamaño fácil de trasladar y guardar, hacen que sea una alternativa a evaluar seriamente. Y lo están haciendo. Se está produciendo la inversa de la Ley de Moore: en vez de aumentar la capacidad de cómputo a un mismo precio, surge una importante demanda por la misma capacidad pero a una fracción del precio. Bueno para los consumidores, preocupante para la oferta.
El desarrollo de las netbooks ciertamente tiene su costado paradójico. El concepto nació en la idea de Nicholas Negroponte y su OLPC. Pero esta fue ideada para permitir el primer acceso a niños del tercer mundo, mientras que hoy es la segunda o tercera máquina de un adulto del primero. Y lo notable también es que la OLPC que iba a costar US$ 100 en cantidades importantes, terminó costando US$ 180, mientras que por US$ 200 se puede comprar una netbook al minoreo en un comercio. Una demostración de que a veces más que la idea lo que importa es la ejecución.