Viernes, 07 de Diciembre de 2007 15:14
Cuando ya faltan apenas horas para que termine el gobierno del presidente Kirchner, es un buen momento para realizar un balance de su gestión. Obviamente, por el perfil de Comentarios, este balance será específicamente de sus políticas y acciones (o inacciones) en materia de tecnologías de la información. Se trata entonces de un repaso de los últimos cuatro años que no son cuatro años cualesquiera sino aquellos donde la evolución tecnológica tuvo un ritmo de desarrollo que quizás no registró nunca antes.
En lo que hace específicamente a las telecomunicaciones, y si bien hubo dos gestiones políticas con estilos claramente distintos (la de Moreno y la de Salas), el denominador común fue la nada sartriana. La gestión K heredó un marco regulatorio que, a juzgar por los hechos, no era de su agrado, pero en lugar de tomar el toro por las astas se optó por un "todo pasa" grondoniano (por don Julio, no Mariano) que fuera funcional a un estilo de negociación directa y con unos pocos.
La gestión de Moreno exhibió ciertos rasgos que luego se repetirían potenciados cuando este funcionario asumiera en la Secretaría de Comercio: creer que el deseo alcanza para torcer la realidad, trato poco urbano y escasos resultados positivos. Luego de 3 años todavía esperamos no ya un ley sino al menos un borrador de Ley de Telecomunicaciones la cual es reclamada desde todos los sectores involucrados. Y en el olvido parecen haber quedado los proyectos del cuarto operador celular argentino (con asociación de cooperativas incluida), el teléfono celular argentino que, a un precio de $ 75 iba a ser fabricado con la financiación del Fideicomiso para las telecomunicaciones y otros proyectos que involucraron grandes anuncios pero escasas concreciones. Algunos pensarán que mejor que así haya sido.
En el caso de la gestión de Salas, la reseña es más breve. Nada de nada. Muchísimo silencio (a tal punto que alguno podría preguntarse si realmente existe o si es un personaje de ficción). Apenas la creación del Fondo del Servicio Universal que fue nada más que una cuenta bancaria para que las empresas de telecomunicaciones tengan donde hacer sus respectivos depósitos, pero sin que se conozca un plan cierto de cómo esos fondos serán aplicados a su objetivo.
Por supuesto, en el rubro telecomunicaciones quedan varios temas importantes en el tintero. A la Ley de Telecomunicaciones (que debería contemplar aspectos de la mal llamada radiodifusión) se suman la definición de la norma de TV Digital, fusiones y participaciones accionarias varias, el destino de los fondos del Servicio Universal, costo de interconexión, otorgamiento de frecuencias, entre otros. Tareas que quedarán para la nueva gestión, sin que aún se sepa si habrá cambios de nombres o todo seguirá como está.
Ya fuera del ámbito de las telecomunicaciones, hubo intentos positivos aunque no enteramente exitosos, como el plan Mi PC y su versión PyME (esta última más cerca de la palabra "fracaso"). Quizás donde más avances se registraron fue en la promoción de la industria del software. Sin embargo, en este caso los beneficios para las empresas llegaron muy pronto, antes de asegurar un suministro sostenido de recursos humanos para la tarea. El resultado fue el natural cuando la demanda supera a la oferta: suba de precios (en este caso, del trabajo). Así, los honorarios y sueldos de programadores, ingenieros de software y otras profesiones afines crecieron aceleradamente y generaron una "inestabilidad laboral" que no perjudicó particularmente a los trabajadores sino a las empresas que los contrataron. Así, al menos parte de los beneficios otorgados por el Estado sirvieron para compensar los crecientes costos laborales. No está mal, pero no parece haber sido el objetivo original de la medida. Igualmente, y pese a sus problemas, se trata sin dudas de un sector que logró un importante desarrollo.
Se podrá argumentar que más allá de todo esto los resultados no fueron para nada malos: la telefonía celular y la banda ancha mostraron crecimientos notables, las PCs rompen récords de ventas año a año, las notebooks están despegando. Todo esto es verdad y tiene que ver con el notable crecimiento económico de estos años y es la razón por la cual no hubo mayores presiones hacia el gobierno. No obstante, no hay que olvidar que las redes de telecomunicaciones y las tecnologías asociadas son la base productiva de una sociedad moderna. Por lo tanto, todo lo que se haga para potenciarlas será en beneficio del desarrollo del país. Y eso nunca será poco.